En un mundo que nunca se detiene, la alarma del teléfono por la mañana es nuestra fiel compañera (y a menudo peor enemiga) que da inicio a un concierto de pequeños y grandes objetivos por alcanzar, la mayoría de las veces a un ritmo frenético. Durante las horas de trabajo, es fácil perderse entre las exigencias diarias y los plazos que cumplir. En estos momentos, lo que parece importar más es la habilidad práctica y la experiencia en el campo, corriendo el riesgo de olvidar la importancia de la teoría. Sin embargo, el equilibrio entre teoría y práctica es crucial para el éxito a largo plazo de cualquier organización. En pocas entregas, exploraremos la importancia de la teoría dentro de las empresas y cómo puede integrarse eficazmente con la práctica para maximizar los resultados.

El Rol de la Teoría

La teoría, ramificada en los múltiples conceptos que puede abarcar, tiene un objetivo: proporcionar las bases sobre las cuales se basan las acciones y las decisiones. Es el principio sobre el cual se construyen las habilidades prácticas. Un poco como cuando se dice: un buen escritor es siempre un gran lector. Dentro de una empresa, la teoría proporciona un marco conceptual que guía las decisiones y las estrategias empresariales y no debe ser percibida como algo fijo e inmutable. ¡Todo lo contrario! Los conceptos teóricos evolucionan con el tiempo en respuesta a los cambios en el contexto social, tecnológico y económico, mientras que a través de la aplicación práctica se adquieren las habilidades y se refina la experiencia.

Pero, ¿cuál puede ser el nexo entre teoría y práctica en una empresa? Una solución podría ser mejorar los resultados comerciales de la organización. Esta, por ejemplo, es la idea detrás del efecto Pigmalión, también conocido como efecto Rosenthal. En la práctica (o en teoría), siguiendo este concepto en el ámbito empresarial, es un comportamiento adoptado por el liderazgo que puede mejorar o empeorar el desempeño de los empleados y, por lo tanto, influir también en el rendimiento general de la empresa. Partiendo de un concepto teórico, se puede lograr identificar un comportamiento útil a adoptar si se quieren alcanzar determinados resultados. Aquí, intentamos demostrar la sinergia entre teoría y práctica a nivel empresarial a través del principio del efecto Pigmalión.

El Efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión, también conocido como «efecto de autorrealización» o «efecto de expectativas», se refiere al fenómeno psicológico en el que las expectativas de una persona hacia otra influyen en el comportamiento de esta última, llevándola a conformarse a las expectativas mismas. Este concepto tiene relevancia tanto en la teoría psicológica como en las prácticas empresariales.

Para abrir un pequeño paréntesis etimológico, el efecto toma su nombre del mito de Pigmalión, un rey y escultor de Chipre, que se enamora perdidamente de su estatua de Afrodita, que había esculpido con increíble maestría y belleza. Pigmalión, decepcionado por la indiferencia de las mujeres reales e inspirado por la perfección de su obra de arte, reza a Afrodita, la diosa del amor, para que dé vida a su estatua. La diosa, conmovida por su devoción y la belleza de la estatua, concede el deseo de Pigmalión y la transforma en una mujer real.

En marketing, este concepto se puede traducir como una forma de transmitir un mensaje positivo, por ejemplo, a través de campañas, que logre que un cliente se encariñe con el producto y la marca misma.

Pero, ¿qué impacto puede tener dentro de las empresas?

Teoría del Efecto Pigmalión en las Empresas

No es casualidad que alguien quisiera poner a prueba esta teoría. Ese alguien se llamaba Robert Rosenthal, un investigador estadounidense que falleció a principios de este año. En los años sesenta, llevó a cabo un interesante experimento en una escuela primaria estadounidense para estudiar el efecto Pigmalión, es decir: realizó una prueba de inteligencia a los niños, extrayendo aleatoriamente de los resultados una muestra de alumnos y declarando de manera totalmente aleatoria a aquellos que resultaron más inteligentes. Consiguió que, después de un año, los niños que había etiquetado como «inteligentes» mejoraran notablemente sus calificaciones escolares, gracias también al aporte de los maestros que estimularon constantemente su aprendizaje.

En las empresas, se podría obtener un efecto similar, incluso sin el uso de pruebas falsas. La idea es que la confianza y las expectativas positivas pueden incentivar el desempeño de los empleados, mejorando todo el ambiente laboral.

Así como los maestros estimularon a los alumnos a aumentar su rendimiento, las expectativas de los líderes hacia sus empleados pueden influir considerablemente en el desempeño. Si un líder tiene expectativas positivas y confía en las capacidades de sus empleados, es más probable que trabajen duro para satisfacer esas expectativas. Por el contrario, una actitud negativa, asignando a sus colaboradores tareas poco estimulantes, podría llevar al empleado a realizar trabajos simples y rutinarios (es decir: aburrimiento).

Sin duda, el clima organizacional general, incluida la visión colectiva de los directivos y colegas, puede tener un impacto significativo en el desempeño individual y grupal. Un clima que promueve altas expectativas y confianza en el crecimiento colectivo y personal puede conducir a mejores resultados.

Para que esto suceda, la comunicación eficaz y la retroalimentación positiva desempeñan un papel fundamental, ya que pueden contribuir a crear expectativas de éxito en los empleados, animándolos a superar los desafíos y perseguir los objetivos de la empresa.

Conclusión

Hemos explorado la teoría detrás de estos conceptos fundamentales, pero ¿cómo se traducen estos principios en la práctica empresarial? En el próximo artículo, analizaremos ejemplos concretos y estrategias aplicables para poner en práctica estas teorías y obtener resultados tangibles. Observaremos cómo el efecto Pigmalión puede influir de manera positiva y eficaz en el rendimiento de las empresas y qué actitud deben adoptar los líderes para dar el ejemplo correcto a sus empleados y colegas.

Esperando haber contribuido positivamente a su pausa para el café o donde sea que se encuentren en este momento, nos vemos en la próxima entrega.